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La formación digital: necesidades, alcances y tipologías

Las redes sociales, el comercio electrónico, los blogs y webs e Internet en general han cambiado totalmente el mundo empresarial, la manera de hacer negocios, los hábitos de consumo y las relaciones laborales.

Esta auténtica revolución digital queda totalmente demostrada con datos objetivos, reales y contrastados como estos: el 95% de usuarios de Twitter sigue a alguna empresa y a la hora de comprar un producto o servicio confían tres veces más en la opinión de otros usuarios que en la publicidad o que el e-commerce mueve más de 550 billones de euros en todo el mundo, siendo el único sector comercial en crecimiento pese a la crisis. En el ámbito laboral, más del 50% de las empresas utilizan las redes sociales en sus procesos de selección de personal.

formaciçon digital para adaptarse al mundo 2.0

La sombra de la competencia es alargada, por eso resulta difícil imaginar empresas cuyo único vínculo con el mundo digital sea el ordenador donde realizan las gestiones contables. Para colmo, el empleado de turno que se sienta tras el aparatejo sólo tiene en su haber un curso de un contaplus apolillado. Desde luego, si en nuestra empresa prevalecen los bolis sobre la tinta electrónica y Linkedin nos suena a la charcutería de la esquina regentada por unos dueños musulmanes, somos carne de cañón para la extinción.

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La experiencia, a la hora de crear una pyme o de establecerse como autónomo, pocas veces es el único factor que determina el éxito de la iniciativa. Como agencia de marketing digital, sabemos que existen otros muchos elementos a tener en cuenta y la formación puede ser uno de ellos. Con ésta no sólo se trata de aprender a crear, mantener o dirigir una empresa, también se persigue fomentar el pensamiento creativo, la autorrealización personal o profesional y la evaluación de los rendimientos.

Evita el efecto obsolescencia

Los equipos informáticos obsoletos son los primeros en probar el destierro laboral y acaban peinando telarañas en un rincón de la empresa o peregrinando hacia el reciclaje, en el mejor de los casos. Desde luego, a nadie extraña este amontonamiento de cadáveres tecnológicos que practican muchas empresas tras unos dignos años de servicio, ¿verdad? En cambio, pocos se sorprenden ante empresas atiborradas de empleados que lucen pantalones de campana y greñas a lo Beatle en su formación. Sí, andan desfasados, muy desfasados y necesitan que alguien vista sus conocimientos a la moda del momento: redes sociales, marketing online, programas informáticos, de diseño, retoque fotográfico, manejo de CRM, páginas web…

¿A quién tiene que matar el community manager para que se regule la profesión?

A vueltas con la figura del community manager. Empezamos por la noticia buena, y es que en tres años el pronóstico es que todas las empresa (o al menos las más avispadas) sumen a su plantel de trabajadores un community manager para que les ejerza de guardia urbano simpaticón de todas las idas y venidas de sus seguidores en las redes sociales. Sin embargo, también tenemos una mala noticia y es que este sector alimenta todos los días la polémica sobre lo que es y no es un community manager: que si yo lo soy y tú no, que si mis tuiteos obtienen más retuits que los tuyos… y un sinfin de majaderías semejantes indignas de reproducirlas aquí pero de las que, como agencia de social media, vamos a hablar.