Las redes sociales encarnan un océano inabarcable en el que muchos llegan a puerto (encuentran empleo) y otros tantos naufragan (lo pierden). Nunca se vio a tantos Toms Hanks oxigenados por el sol y recluidos en su isla tras haberse topado con una tormenta que no preveían: una foto inapropiada colgada por un amigo (pronto examigo) en Facebook, unas palabritas comprometedoras en Twitter, un inocente comentario en un blog o en un medio digital…