¿Quién no tiene presencia en la red hoy en día? Hasta la gran mayoría de los padres de esta nueva generación tecnológica se han metido aunque sea en Facebook, incluso algún que otro abuelo. Estamos cada vez más en contacto con conocidos y no tan conocidos, y en las redes podemos encontrarnos a compañeros de clase o trabajo, profesores, jefes, etc. Estamos tan presentes en tantos lugares de la red que debemos dar la mejor primera impresión posible, y es así cómo nosotros mismos nos convertimos poco a poco en una marca. Nuestra forma de interactuar en base a esto dentro de la red define nuestra marca personal.
Al igual que ocurre con cualquier otra marca, la marca personal proyecta hacia los demás una imagen específica de nosotros mismos, un conjunto de cualidades que no sólo nos definen, sino que también nos diferencian de los demás. El uso correcto de estas cualidades nos permitirá obtener una mayor visibilidad y nos creará una reputación que deberemos cuidar. Siempre hemos sido un producto y nos teníamos que vender para conseguir la atención de una persona a la que convertir en nuestro amigo, nuestra pareja o nuestro jefe, y con las redes sociales esto se acentúa aún más porque no nos da pie a bajar la guardia. Un tweet desafortunado, un estado de Facebook fuera de lugar, pueden destrozar nuestra reputación, pues se convierten en un fallo público que no queda dentro de un círculo íntimo de conocidos y nos expone ante todo un mundo virtual repleto de desconocidos cuya primera impresión de nosotros es deplorable, por lo que tenemos que trabajar para solucionar ese error. Exactamente igual que ocurriría con cualquier otra marca.