Michael Banks es el primer niño de una película de Disney, concretamente Mary Poppins, que se lee la letra pequeña de los contratos bancarios. Tal vez por ser vástago de banquero sabe que esos dos peniques que entrega en caja para iniciar una vida de ahorros “no son de Huelva” o, si lo son, proceden de una Huelva de otro planeta. Así que cuando reclama sus dos peniques para dar de comer a las aves (auténtico Leitmotiv de sus emociones de niño), éstos ya están en el buche de la entidad bancaria que se niega a devolverlos a su legítimo propietario. ¿Estamos en la antesala de unas participaciones preferentes? Quizás.