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El número de mujeres que se decide a “darle a la llave de contacto” y salir del atasco del paro con su propio negocio no cesa de crecer. No en vano, si esto de emprender se ha convertido en el mantra de esta España en crisis, montar una empresa aún se vuelve más acuciante para las mujeres dado que éstas siguen enfrentándose a un tejido empresarial machista (donde incluso les resulta más difícil acceder a un puesto de trabajo), además andan sometidas a horarios que impiden la conciliación familiar, cobran menos y, para colmo, los jefes hacen prácticas de caballerosidad en su piel. Sí, las damas primero, pues ellas son las primeritas en degustar los expedientes de regulación de empleo.